Nos encontramos en las últimas semanas de 1938 y las primeras de 1939 y los tambores de guerra se hacen cada vez más estruendosos; en España llevan ya casi dos años y medio rugiendo del modo más devastador. El 26 de enero de 1939 Barcelona ha caído en manos de los rebeldes franquistas provocando el éxodo de 450.000 personas hacia la frontera francesa.
El curso de los acontecimientos empuja a H. G. Wells, socialista y pacifista de largo recorrido, a desplegar una urgente actividad propagandística: viaja por medio mundo denunciando la complacencia anestesiada de las democracias liberales occidentales ante la amenaza militarista y totalitaria encarnada por la Alemania irredenta de Adolf Hitler.
Es ahora o nunca, la hora de la verdad, y Wells está dispuesto a no escatimar esfuerzos.
A finales de 1938 H. G. Wells tiene setenta y dos años y es una figura muy popular en todo el mundo de habla inglesa. En toda su obra expresó sus convicciones socialistas, que le granjearon adhesiones y críticas por igual. De él afirmó Bertrand Russell que «fue una de las personas que hizo del socialismo algo respetable en Inglaterra», mientras que Chesterton lo menospreció diciendo que era un narrador nato que se había vendido «por un plato de mensaje».
Viajes de un republicano radical en busca de agua caliente, inédito hasta ahora en español, nos muestra al Wells más comprometido, movilizado por la catástrofe que ve cernirse sobre el mundo, al tiempo que nos proporciona un testimonio irremplazable sobre una época que no deja de sobrecogernos, y de la que seguimos teniendo grandes lecciones que aprender.
Herbert George Wells, conocido literariamente como H. G. Wells, nació el 21 de septiembre de 1866 en Bromley, un pueblo del sur de Londres, en el seno de una familia empobrecida de la clase media-baja británica. Decidido a labrarse una posición en el mundo profesional y académico, estudió biología en la Normal School of Sciences de Londres; en ese tiempo abrazó la convicción de que la ciencia y la técnica permitirían mejorar las condiciones de vida de la humanidad.
Apoyándose en su formación científica, a los treinta y dos años había publicado ya cuatro títulos fundacionales de la ficción científica que cosecharon un gran éxito: La máquina del tiempo (1895), La isla del doctor Moreau (1896), El hombre invisible (1897) y La guerra de los mundos (1898). En ellas aparece con claridad creciente la inclinación política que determinaría su carrera y su vida: la defensa de un socialismo internacionalista alejado del marxismo, concebido como instrumento de emancipación y progreso social, y palanca en favor de un Estado mundial que sirviera de antídoto contra el nacionalismo y el militarismo.
Entre su abundantísima producción literaria destacan innumerables conferencias y artículos periodísticos –como los que le sirvieron de materia prima para la edición del presente libro– y su Esquema de historia universal, publicado en dos volúmenes en 1920, que catapultó tanto su fama como su fortuna personal.
Falleció en Londres el 13 de agosto de 1946.